Barack Obama, el entonces presidente de los Estados Unidos, declaró en julio de 2014 la «urgente situación humanitaria» en la frontera al sur de su país. En ese año, 137,000 niñas, niños y familias habían llegado desde El Salvador, Guatemala y Honduras, duplicando lo registrado en el año anterior.
Mujeres, niñas, niños y familias escaparon de los extremos niveles de violencia desafiando los supuestos establecidos de que la migración mesoamericana fue principalmente realizada por personas centroamericanas que buscaban trabajo y, por tanto, se plantearon dudas sobre la responsabilidad de los Estados de proteger toda la región. Desde entonces, sin embargo, poco ha cambiado.
Las solicitudes de asilo de ciudadanas y ciudadanos de El Salvador Guatemala y Honduras, los estados del Triángulo Norte de Centroamérica (TNCA), aumentaron desde menos de 6,900 en 2009 a más de 94,900 en 2016. Las solicitudes al gobierno de los Estados Unidos se contabilizaron en alrededor de 5,000 o 72% de las solicitudes presentadas en 2009 y aproximadamente 78,800 o 83% en 2016. Las autoridades de los Estados Unidos aceptaron alrededor de 1,100 solicitudes en 2009 y cerca de 10,400 en 2016.
El Salvador, que posee la población más pequeña de los tres países del TNCA, ha sido el que más aportó con solicitudes de asilo de la región desde 2005. La desesperación de la población salvadoreña por mudarse tiene muchas causas, una de ellas, que es mencionada regularmente por hombres, mujeres, niñas y niños que huyen de sus hogares, son la violencia y/o por la amenaza de extorsión y por ser sujetos de ataques.
Siete mil niños, niñas, adolescentes y jóvenes fueron asesinados en El Salvador en los últimos cuatro años. Los niveles de violencia en el Triángulo Norte en 2017 alcanzaron un total aproximado de 12,000 homicidios, el acumulado de los 3 países. Esto es comparable con conflictos armados que se suscitaron a nivel mundial, no obstante, los gobiernos de los países de origen, de tránsito y de destino han sido renuentes a dar una respuesta humanitaria.