Octubre 2024
En 2016, la Corte Suprema de Justicia de El Salvador declaró inconstitucional la Ley de Amnistía y ordenó a la Asamblea Legislativa crear una ley que respetara la dignidad humana y los derechos fundamentales de las víctimas, incluyendo el acceso a la justicia, la reparación integral, el derecho a la verdad y la garantía de no repetición de los crímenes de lesa humanidad.
Han pasado ocho años, cuatro legislaturas y tres proyectos de ley presentados por organizaciones de víctimas, pero la ley aún no se ha materializado. El Estado sigue sin cumplir, mientras las víctimas y sus familias continúan unidas en diversas organizaciones a lo largo del país.
Me da pena ver que muchos compañeros han fallecido sin que se les reconozca como víctimas”, comentó un sobreviviente de tortura durante el conflicto armado.
La Mesa Contra la Impunidad en El Salvador (MECIES) ha liderado un proceso exhaustivo que incluyó reuniones y asambleas con cientos de víctimas de distintos sectores para recopilar sus aportes y construir un nuevo proyecto de Ley Especial de Justicia Transicional para Víctimas del Conflicto Armado en El Salvador. “Para nosotros, como víctimas, lo importante es tener esa ley que garantice los beneficios que hemos exigido al Estado, como salud, vivienda y una reparación por el daño sufrido”, señaló un sobreviviente de la masacre en Tecoluca.
El proyecto de ley presentado a la Asamblea Legislativa fue aprobado por consenso en todas las asambleas de víctimas donde se socializó su contenido. Para las víctimas, hay siete elementos indispensables que la ley debe contener:
- Imposibilidad de extinguir la responsabilidad penal, asegurando la investigación y el juzgamiento de los hechos.
- Reparación integral.
- Las víctimas como el eje central de la legislación.
- Reivindicación de la memoria histórica.
- Un rol proactivo de la Fiscalía General de la República.
- Asignación adecuada de recursos.
- Gestión y entrega de los archivos relacionados con el conflicto armado.
La promulgación de esta ley es fundamental para reconocer y proteger a las víctimas, que han perdido la oportunidad de llevar una vida normal. Como lo señaló otro sobreviviente: “Las heridas siguen ahí. Cuando la guerra estaba en su punto más álgido, yo tenía solo cinco años y perdí a mi familia. Tuve que deambular y vivir en diferentes hogares, lo que me privó de muchas cosas, como recibir una educación, ya que estaba ocupado simplemente sobreviviendo”.